Sobre la esencia de
“es la suma de los factores reales de poder que rigen en dicho país. (…) Tomamos dichos factores reales de poder, los colocamos sobre una hoja de papel, expresándolos por escrito, y a partir de ese instante, contenidos en el papel, dejan de ser simples factores reales de poder, y ascienden a la categoría de derecho, de instituciones jurídicas, y aquel que actúe en su contra actúa en contra de la ley, y merece ser castigado. (…) [1]
Porque nada diferente a
“Los problemas constitucionales no son, primariamente, problemas de derecho, sino de poder; la verdadera Constitución de un país sólo reside en los factores reales y efectivos de poder que en ese país rigen; y las Constituciones escritas no tienen valor ni son duraderas más que cuando dan expresión fiel a los factores de poder imperantes en la realidad social”[2]
El abogado y profesor de
En
“la propuesta de Taylor no ofrece herramientas suficientes para comprender las dinámicas y necesidades de comunidades culturalmente diversas y no puede satisfacer las exigencias de comunidades iliberales.”[3]
De Kymlicka:
“Las categorías descriptivas propuestas por Kymlicka son excesivamente limitadas para comprender las aspiraciones de muchas de las minorías nacionales o los grupos étnicos. (…) sus categorías normativas son incapaces de ofrecer respuestas justas a las exigencias de las comunidades iliberales, o a las tensiones que existen dentro de culturas en las que coexisten valores liberales con valores tradicionales iliberales.”[4]
Y de Tully:
“la presunta defensa radical que haría Tully de la diversidad cultural se reduce a la exigencia de que los funcionarios gubernamentales tomen en cuenta la diferencia cultural cuando equilibren los derechos en conflicto.”[5]
Después del análisis de las tres propuestas el autor concluye que a pesar de los diferentes debates entre los filósofos citados, no se ha podido conformar una política de integración y reconocimiento multicultural efectiva. Luego de ello el profesor Bonilla pasa a identificar dentro de la Constitución política de Colombia, de 1991, algunas tensiones que se crean en materia de reconocimiento a las minorías culturales. Es así como a través del estudio de diferentes casos fallados por
Finaliza dando un marco teórico que permitiría resolver las tensiones culturales de reconocimiento, nada definitivo, materia de estudio.
No desconoce que
Un libro a todas luces necesario para los interesados en el desarrollo de políticas justas, que permitan la convivencia en un territorio tan diverso y disímil, un estudio juicioso sobre reconocimiento del otro como constitutivo del yo, un libro para todos y todas, no solo para estudiantes, docentes y trabajadores de las ciencias políticas y el derecho; es realmente un libro para los latinoamericanos.