martes, noviembre 14, 2006

UNA ESTRATEGIA “AGUAS ARRIBA” PARA REDUCIR LA POBREZA





Aurelio Suárez Montoya, La Tarde, Pereira, octubre 24 de 2006





Colombia se rasgó las vestiduras con los datos sobre la situación de la pobreza en el país. Uno de cada dos colombianos puede considerarse pobre, con ingresos inferiores a $ 7.500 diarios, casi uno de cada seis es indigente, con ingresos inferiores a $3.000 diarios, el 20% más rico de de la población capta veinte veces más ingreso que el 20% más pobre, en las zonas rurales hay 8 millones de colombianos con hambre y 25 no comen carne todos los días, la dieta de millones de hogares es arroz, panela y papa, entre Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla suman cinco millones de habitantes pobres.


Hay más. Mientras la pobreza urbana es 42.9%, la rural alcanza 63% y, en términos de vulnerabilidad, al añadirse la población en riesgo de empobrecer, el asunto es vergonzoso; se llegaría al 48.6% de los hogares urbanos y al 73.5% de los del campo. Estos datos, extraídos de los estudios de la Misión para el Diseño de una Estrategia para la Reducción de la Pobreza y la Desigualdad, se acompañaron de algunas conclusiones como que el número de hijos menores de 12 años, los niveles de educación de los jefes de hogar y el empleo, así como la región donde se ubica la familia, inciden para ser pobre en Colombia. Así, la zona Pacífico, Chocó, Nariño y Cauca, se define como la más deprimida, en tanto Huila, Boyacá, Córdoba, Sucre y Tolima no están lejos de tan nefasto liderazgo. Todos estos factores se amplifican cuando están acompañados de desplazamiento.


No obstante, tanta aberración social se exhibió como una fotografía, sin conexión con el tiempo como si fuera fortuita, y es tan patética que la atención se centró en ella y no en la anunciada Estrategia oficial. Algunas comparaciones con el pasado permiten mostrar que la pobreza y la desigualdad, antes que moderarse, se agravan. Los datos manejados por la Misión, con horizonte escaso de 10 años, indican que los pobres rurales crecieron de 7,8 millones a 8,02 millones, y en todo el país de 19,5 a 21,9. Que en las cuatro grandes ciudades, excepto Cali, creció la pobreza y, en Barranquilla y Bogotá, la desigualdad; y, con respecto a ésta, las mediciones muestran que la última década fue perdida y que la brecha se agrandó. En América Latina, estamos en el quinto lugar después de Perú, Guatemala, Salvador y Honduras. Los estudios afirman que el crecimiento presentado en ese lapso no favoreció a los pobres y que en el caso del agro ni crecimiento ha habido. Adicionalmente, puede agregarse que si en 1984 el 20% de los hogares carecía de suficiencia alimentaria (Perfetti, 1986), en 2005 era el 43% (ICBF).


Resulta increíble que, ante tan descomunal desastre, la Estrategia sea profundizar las mismas políticas neoliberales causantes. La focalización de los subsidios en educación y salud en la demanda de “los más pobres entre los pobres”, la eliminación del régimen de jubilación de prima media, la eliminación del apoyo estatal a la universidad pública, aumentar la cobertura del subsidio familiar y de desempleo, impulsar las carreras tecnológicas y técnicas, fomentar la agro-exportación, mantener una Red de Protección Social “anticíclica”, que opere intensamente en los periodos de crisis económica, y el programa “Familias en Acción”, a lo anterior se agrega el Banco de las Oportunidades, la profética propuesta de Uribe-candidato, lanzada antes de conocerse el informe de la Misión, y que, en últimas, persigue ampliar los sujetos de crédito ante la voraz competencia en que hoy están involucrados los agentes del sistema financiero.¿No sabe el más desinformado colombiano que estas son las mismas “políticas sociales” que andan de la mano con el modelo neoliberal, que fueron las mismas que se adelantaron cuando se originó el caos? Aquí también Uribe II es igual a Uribe I.


Algunos propagan que llegó la hora del “corazón grande”, y que hay que unirse en torno a sus sanos fines, otros califican la engañifa como “populismo de derecha”, pretermitiendo que desde John Stuart Mill, un seguidor de Malthus, los economistas clásicos hablan de intervención estatal para “limitar los campos del laissez-faire”, dejando al mercado las decisiones “racionales”. Neoliberalismo para combatir los daños de década y media de neoliberalismo, TLC, destructor del agro y a favor de las transnacionales y del capital financiero, Reforma Tributaria inicua, recorte de transferencias para áreas sociales, privatizaciones, una real estrategia “aguas arriba” para reducir la desigualdad y la pobreza.

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